
Una buena porción de la Biblia cada día, al abrir las ventanas del alma a las promesas del Señor, unas palabras de ferviente oración, uno o dos actos de bondad a la primera persona con quien nos encontremos, harán risueño el rostro y ligeros los pies para la marcha del día.
Comienza todos los días con Dios; y guardando el paso con el Maestro, diríjete a tu hogar aunque el camino sea áspero; haz frente a los vendavales; vive con Cristo cada día, hasta que llegues al lugar en que el Cordero es la luz, y donde no hay noche.
Comienza todos los días con Dios; y guardando el paso con el Maestro, diríjete a tu hogar aunque el camino sea áspero; haz frente a los vendavales; vive con Cristo cada día, hasta que llegues al lugar en que el Cordero es la luz, y donde no hay noche.
Tomado de Salud y Vida.
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